Somos mártires.
Nos toman de la mano,
y nos crucifican.
Cantamos a la libertad,
e inermes soportamos
nuestro suplicio.
Abnegados contemplamos
nuestros rostros tristes
y desesperados.
Nuestros pies descalzos
y con llagas
recorren el camino
hacia nuestra perdición.
Escupan nuestros rostros,
perforen nuestras costillas
y forzen el arrepentimiento
sincero en nuestros pensamientos.
Nosotros sonreiremos.