He muerto y no puedo sino darte una sonrisa;
recoger flores con la mirada, y asentir con el viento.
Caminar y escuchar mis pasos,
cantar y ver latir mi corazón.
Recuerdo que antaño la gente sonreía,
que la gente daba un paso y se movía.
Recuerdo la plazuela, las carretas,
recuerdo ese primer beso.
─Solo a ti─ dijiste.
Qué triste la alegoría:
Un gato sobre la fuente,
una serpiente en el túnel,
un hombro seco,
un adiós marchito.
Qué triste la duda.