martes, 31 de agosto de 2010

He muerto y no puedo sino darte una sonrisa;
recoger flores con la mirada, y asentir con el viento.

Caminar y escuchar mis pasos,
cantar y ver latir mi corazón.

Recuerdo que antaño la gente sonreía,
que la gente daba un paso y se movía.
Recuerdo la plazuela, las carretas,
recuerdo ese primer beso.
─Solo a ti─ dijiste.

Qué triste la alegoría:
 Un gato sobre la fuente,
 una serpiente en el túnel,
 un hombro seco,
 un adiós marchito.

Qué triste la duda.