En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre quisiera acordarme, no ha mucho que quería abandonarme de todo. Dejarme ir para no volver; deshacerme para siempre de ese tipo pedante e insoportable en el que me he convertido. Se escuchaban las olas, el viento. Olía como a mar viejo; como si siempre hubiera existido. Sentí los estragos del cigarro: ya no sabía si soñaba. Era un hermoso paisaje, sin duda. Daban ganas de verlo por una ventana.
¿Quién diría que ahí estaba yo?
Comencé a recordar el ruido lejano de las aves mientras dormía a medio día. Esa misma soledad que entonces sentía; cuando despertaba llorando y ya no veía hacia arriba.
Hace mucho que todo aquello acabó. Quizás se me terminaron las lágrimas, o quizás morí de tristeza. No sé. Quisiera esconderme de todo; de nada. Escribir y cantar, nada más.