miércoles, 8 de julio de 2009

Qué poco hemos vivido

Entre mis tantas aficiones está la de mirar por la ventana. Mi habitación tiene la mejor vista de la casa: el ficus que yo mismo planté con mi papá y la calle donde vivo, donde han acontecido toda clase de chismes, desgracias, cosas chuscas, no tan chuscas y un asesinato.


Cierto día en que mi cámara no tenía batería, observé a dos ancianos, caminando juntos, tomados de la mano, riendo y comiendo apaciblemente y con felicidad indescriptible un cono de helado. Aún ahora, que ya han pasado 5 años, aunque aquella escena no fuera en lo absoluto mía, me llena de felicidad recordar tan bella estampa. Cuando lo hago recuerdo qué tan poco sé de la vida, qué tanto me complico la existencia y cuán feliz se puede ser sin ninguna razón. No dudo que aquellos viejecillos tuvieran razones para estar apresurados, enojados, trsites o preocupados, sin embargo ahí estaban; caminando juntos por una calle desierta, disfrutando de un simple cono de helado.

No hay comentarios: