Todo comenzó inocentemente; algunas tardes en el parque y una que otra frase sospechosa. Poco a poco fuimos tomando confianza y ya no teníamos problema en caminar tomados de la mano (como amigos aún) o en acostarnos juntos sobre el pasto a ver pasar las nubes. Poco a poco fuimos tomando más confianza. Nuestras conversaciones estaban repletas de "te quiero mucho", "confío plenamente en ti", "qué bien te ves con esa ropa", "que bien hueles", etc.; poco a poco fuimos acercándonos más y más hasta que no parecía haber nada más por conocer uno del otro.
Me besó por primera vez en el parque. Llegó tarde a la cita, como de costumbre. Me tomó por sorpresa y me abrazo por la espalda. Llovía y nosotros peleabamos amistosamente sobre el césped, mientras le reclamaba que hubiera llegado tarde. Nuestras miradas se cruzaron de repente y nos miramos fijamente durante unos instantes. Y entoncés me besó, con celeridad que ya esperaba, luego se alejó como esperando una respuesta y la obtuvo. Lo besé ésta vez con frenesí. Solo pudo responder "Vaya, ¿ya empezó a llover?"
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario