Ésto se llama cacería.
Las aves vinieron del mar,
del viento, del fuego.
Sus prodigios salvajes
olían a sal y tierra.
Ellos sabían de la lluvia;
lo sabían ya
el día en que llegaron.
Sabían de los ríos,
de las piedras
y los tubérculos;
del fuego
─pues del fuego venían─;
del viento
─pues del viento venían;
y del mar
─a donde siempre volvían─
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