domingo, 3 de abril de 2011

Estoy cansado. Recuerdo con poca claridad qué sucedió anoche, o la noche anterior. Me es imposible distinguir entre mis sueños y aquello que en realidad ha sucedido. Estoy tendido mirando al techo y mi cabeza da vueltas; no sé si es de madrugada, o recién ha anochecido. Escucho conversaciones apagadas al otro lado de la puerta. Entorno mis ojos y trato de distinguir alguna figura, pero veo todo borroso. Siento todo mi cuerpo como un malestar extraño, como de haberlo perdido todo. No sé quién soy, ni dónde estoy. Cierro mis ojos para no volver a despertar.

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