Llueve tu voz y los caligramas enfurecidos,
llueve el amor de los amantes moribundos
llueven bosques de agua
sobre la pasión encendida
y desenfrenada.
Llueve la oportuna oportunidad
del oportunismo oportuno.
Todo llueve.
Todo, lentamente,
muere.
Lo ineluctable de lo urbano, de lo cotidiano, de lo ordinario y de lo insignificante
viernes, 25 de septiembre de 2009
martes, 22 de septiembre de 2009
Fe en la errata
Como ya se está haciendo costumbre, y apelando a la etiqueta que nos puesto a los adolescentes de cambiantes e inestables voy a corregirme a mi mismo y a expresar lo irrelevante de mi palabrería. También voy a reafirmar algo de lo que ya pensaba. Tal vez no esté tan mal y solo esté aprendiendo.
Siempre he creido que la mejor manera de que sucedan las cosas es tal como suceden, aunque muchas veces he desado que sucedieran de otra manera. ¿Qué sería de nuestra vida diaria sin todos nuestros errores? Sin duda aburrimiento. Creo que es hora de hechar abajo el ateísmo y volver a creer. Volver a tener fe. Volver a mover montañas, como dijera Monterroso. Hoy tengo fe de nuevo. No en la ventura o en felicidad, que se encuentran fortuitamente si uno tiene suerte. No en mi, que estoy en constante desequilibrio. No en los demás, a quienes jamás importaré tanto como a sí mismos (salvo honrosas excepciones que ya he confesado). No. Hablo de tener fé en la vida. En el curso inexorable de las cosas que inevitablemente nos llevarán a donde tenemos que estar. En nuestros errores que serán siempre la enseñanza y sobre todo
Locura ordinaria
"El Poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. " Dixit Rimbaud.
Me he dado cuenta de que se puede encontrar lo impensable en lo inimaginable, lo inaudito en lo común y lo extraordinario en lo insignificante.
Me sucede que a veces, cuando pienso que nada importa y solo voy flotando por la calle y mi cara de estar observando, observo todo aquello que nadie quiere observar. Uno de mis grandes sueños es lograr encontrar algo totalmente extraoridinario que nunca alguien haya observado pese a estar frente a sus ojos. A eso he encomendado mi tarea de músico, escritor, escultor, pintor y poeta. Sólo en esas ocasiones de trance natural ─pues me siento en total contacto con mi entorno─ me doy cuenta del chicle en la cuneta del pasillo para transbordar, del techo abovedado que hoy ha sido olvidado en el infinito espacio desde el piso hasta suelo o del nudo mal hecho de un vendedor mediocre que camina apresurado.
Ricardito
Ésta es la única cosa que publicaré en mi blog que no es de mi autoría. Lo hago sólamente porque yo no hubiera podidolo dicho mejor y por que creo que Tute ya tenía bien merecido un homenaje. Ésta es la historia tras un cartón del autor que describe mi situación actual casi a la perfección. Quienes me conozcan bien sabrán de inmediato a qué me refiero con el casi:
Era un muchacho especial, Ricardo.Era capaz de sentir la paz de todo un camino, el perfume de
la tarde lenta y silenciosa en compañía del sol, con sólo ver una parcela de
pasto.Sí, era muy sensible. A veces se demoraba en las canillas del
barrio y, en cuclillas, veía en cada gota lo que se desprendía, un río o un mar,
de inquietas aguas (hasta alcanzaba a sentir su sabor y su humedad en la
piel).Una vez me dijo que en los ojos de un ave se encuentran todas
las alas y todos los cielos.Él atravesaba nubes blancas, sobrevolaba altas montañas o
flotaba en el aire, con sólo mirar un pájaro.El ojo de una cerradura lo convidaba con un mundo lleno de
cosas que aguardaba ser descubierto.Era un muchacho especial, Ricardo.Pero un buen día, pasó el amor por su ventana. Cruzaron mil
caricias y mil besos, ilusiones y fantasías, tiernos abrazos y hasta dos
hijos...Y Ricardito sólo vio pasar a una muchacha.
Teoría general del beso
Un beso ─en el peor de los casos─ puede decir mucho más que mil palabras. Puede significar el sí definitivo o el no impensado. Puede ser un primer paso a la perdición o a la felicidad. Puede ser tan bello que sea totalmente irreal, o tan burdo que determine la vida de dos personas; tan cotidiano que se menosprecie, o tan preciado que se vanaglorie; tan buscado que se encuentre, o tan encontrado que se busque; tan glorioso que extasíe, o tan común que te disuada;tan buenos que reconforte o tan malo que te decepcione.
Podría decir que la ventana al alma de una persona son sus palabras, pero la puerta se encuentra sólo tras un beso. Podría decirlo, pero me conformaré con escribirlo.
Podría decir que la ventana al alma de una persona son sus palabras, pero la puerta se encuentra sólo tras un beso. Podría decirlo, pero me conformaré con escribirlo.
Destino Manifiesto
Parece que tu cuerpo fuera llovizna
y que tu voz fuera la brisa
y que tu mano ligera,
mientras me acaricia
observara impaciente
los tejidos de las Moiras.
Pareciera que nos conocemos de siempre,
que nuestras manos nacieron juntas
y nuestras almas nacieron de un mismo suspiro.
y que tu voz fuera la brisa
y que tu mano ligera,
mientras me acaricia
observara impaciente
los tejidos de las Moiras.
Pareciera que nos conocemos de siempre,
que nuestras manos nacieron juntas
y nuestras almas nacieron de un mismo suspiro.
Confesión en verde
La imperiosa necesidad de las palabras
se desvanece poco a poco;
los colores en el cielo nos bautizan
con un mismo nombre
y la necesidad se transforma
en espera
y en olvido.
Contemplar tu rostro
navegante entre cotidianeidades
y turbulencias expresivas
de virtuosismo sintáctico,
difumina el verde del pasto
y el oro del sol
en tu voz callada
y tus ojos impacientes.
Puentes navegantes a la perdición.
Miedos impertinentes.
Despdidas confusas.
Claras intenciones.
Y deseos vanos
se desvanece poco a poco;
los colores en el cielo nos bautizan
con un mismo nombre
y la necesidad se transforma
en espera
y en olvido.
Contemplar tu rostro
navegante entre cotidianeidades
y turbulencias expresivas
de virtuosismo sintáctico,
difumina el verde del pasto
y el oro del sol
en tu voz callada
y tus ojos impacientes.
Puentes navegantes a la perdición.
Miedos impertinentes.
Despdidas confusas.
Claras intenciones.
Y deseos vanos
De la celeridad del primer beso
"Siempre ─en el mejor de los casos─ un primer beso resulta tan repentino como fugaz. Se espera la aprobación tras un instante de duda y expetación."
Éstas palabras las dije hace ya algunos años añon, cuando ─confieso─ un beso no era otra cosa para mi que un deseo y en mi comenzaba un curioso interés romántico y poético en ésta acción.
El jueves, cuando éstas palabras estaban casi olvidadas en el fondo de un cajón ─polvorientas y en caligrafía casi jeroglífica─ cobraron un sentido casi profético. Palabra a palabra me encontré con que el amor no sólo existe, sino que está siempre presente como el pan o la gravitación.
sábado, 19 de septiembre de 2009
Crónicas de una moneda
Hace algunos días encontré una moneda en un vagón del metro. Era de diez centavos y nadie parecía percatarse de su existencia. Miré a todos lados buscando a alguien que la tratara de alcanzar con la mirada, pero la pobre moneda parecía estar vagando solitaria por ese mar de gente extraña (y desconocida). La recogí y por algunos minutos la miré maravillado.
Me sonreía con gratitud, mostrando un brillo etéreo como el de las onzas de plata cuando son miradas con recelo bajo el sol de Tajín. Nadie parecía notar que yo observaba con tal detenimiento el pequeño trozo de metal. Yo, por otra parte, trataba de adivinar en sus relieves la peculiar historia que la había llevado a estar entre mis manos. Seguro que había caido del monedero distraído de una anciana que iba a comprar hongos japoneses a La Merced. O tal vez algún extraterrestre la puso ahí para monitorear el compartamiento humano (Ningún lugar mejor para hacerlo que el metro). No lo sé.
Me acomodé en mi asiento y quise guardarla en el estuche donde guardo mis plumas. Entonces, como en resistencia a la opresión de convertirseen pertenencia, rodó dede mi mano hasta quedar a escasos, pero inalcanzables 80cm de mí. Traté de vencer mi desidia , pero ni aún su extrodinario brillo lograba apartarme de mi asiento (en especial entre 50 personas de pie ansiando mi lugar y los "Corridos de Luis Rivera, 25 éxitos en formato normal; veinte pesos le vale, veinte pesos le cuesta" sonando a todo volúmen (ahora que lo pienso estaba muy caro el disco com para ser pirata)).
Entonces no pude evitar sonreír y decubrí cómo había llegado esa moneda al suelo de aquel vagón del metro.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Odisseus Núreyev
Quien sepa un poco de literatura griega, de incorrecciones inglesas y de arte en general, sabrá fácilmente a que me refiero con ese nombre, que más allá de representar un sustantivo, representa muscho de lo que veo en la persona a quien se refiere.
Lo conocí por casualidad, y rápidamente note (hablo por mi mismo porque no me ha dicho lo que él piensa) que nuestros pensamientos encajaban como las dos mitades de un limón (no quise repetir lo de la media naranja).
Hablé con él dos horas maravillosas que parecieron una conversación habitual entre dos viejos amigos. No parecía decir nada nuevo, sino que daba la impresión de que lo conocía ya bastante bien.
Tal vez me precipité un poco, pero le pedí conocernos en persona. Fue todo un relajo llegar al Cenart desde el metro (pues nunca había ido desde ahí), pero despues de 20 minutos desorientado en la Country Club, llegué a la segunda banquita frente a la tienda Petipa (jaja suena como pasito en francés) y con trabajo me acomodé con mi guitarra, mi mochila y mis cosas de educación física.
Veía pasar a cincuenta chavos con uniforme azul y fue entonces cuando comencé a desesperarme un poco. ¿Cómo sabría quién era? ¿Y si no llegaba?¿Y si me veía y se iba?
De pronto nuestras miradas se cruzaron e instintivamente supe que era él.
─¿Ale?─ dijo con una leve sonrisa en el rostro
─¿Iván?
Tras la breve presentación fue a buscar su mochila y luego caminamos hacia la Superpior de Música (lo siento, pero por ser de la UNAM ineherentemente me disguntan otras escuelas de música).
Nos acostamos en el pasto humedo (y un poco lodoso) y comenzamos a platicar no me acuerdo de qué. Despues fuimos con algunos de sus amigos a quienes me presentó.
─¿Nos regresamos para allá?─dijo al cabo de un rato refiriendose al pastito donde estábamos al inicio
─Sí
Mientras platicábamos comencé a acariciar su brazo sin otro deseo que el sincero instinto de acariciar su brazo.
─¿Te incomodo?─ pregunté para estar seguro y por cortesía
─No, para nada. Incomodidades las del metro.
Después de sus brazos comencé a acariciar su cabello, que con el reflejo del sol parecía estar hecho de luz.
El sol caía directamente sobre nuestros rostros, así que me acosté de lado. Desde esa posición lo único que veía era su rostro viendo todavía hacia el cielo.
Tras un rato (no se exactamente cuánto) él tabién se hartó del sol y se recostó sobre un costado. Nuestros rostros quedaron frente a frente, a unos 20 centímetros. Entonces comencé a rozar su barbilla con mis dedos. Cada segundo algunos milímetros desparecían febrilmente y las distancia entre nuestros rostros se acrotaba más y más sin alguna explicación razonable que no fuera el inmutable curso del destino. Ambos teníamos los ojos cerrados. Él comenzó a acariciar mis labios, mi barbilla y mi cuello con su mano al principio teblorosa y luego tierna y tibia. Cuando me di cuenta, mi nariz estaba tocando la suya. Empecé a juguetear acariciándolo con mi nariz y de pronto nuestros labios se tocaron un breve instante. Retrocedí un instante y luego sentí como mientras nuestros labios se unían, el tiempo y el espacio desaparecían a nuestro alrededor; como los sonidos se difuminaban suavemente tranfigurando las voces y los ruidos de los coches en dulce música; como flotabamos los dos por sobre todas las cosas y por sobre todos los tiempos. Nos separamos unos momentos, abrimos los ojos y pude observar a través de su pupila el despertar de una nueva oportunidad para consagrarme a alguien. Cerramos los ojos de nuevo y pude oír otra vez esa música hipnotizante. Fue entonces cuando descubrí que el hombre de mis sueños, se había convertido en el hombre de mi realidad.
martes, 15 de septiembre de 2009
Después de todo
No dejes que en tí descubra
el despertar de nuevas épocas;
llevame al olvido amargo
de tu boca y de tus brazos.
Primero olvida los poemas perpetuados
en un abrazo
y luego las consolaciones
entre los bullicios.
Deja que la salsa y las luces
fluyasn como agua
hacia lo inmutable y puro
de tus pasos.
el despertar de nuevas épocas;
llevame al olvido amargo
de tu boca y de tus brazos.
Primero olvida los poemas perpetuados
en un abrazo
y luego las consolaciones
entre los bullicios.
Deja que la salsa y las luces
fluyasn como agua
hacia lo inmutable y puro
de tus pasos.
viernes, 4 de septiembre de 2009
Epílogo de una égloga urbana inconclusa
Qué cruel puede ser una sombra
en especial cuando es de uno mismo.
Él, que aborrecía las lejanías
huye al encuentro extraño del mañana.
¿Recuerdas cuando sobre el viento
nos mandábamos supiros
y en los torcidos troncos
guardábamos todos nuestros besos?
¿Recuerdas cuando acostados en el pasto
nos leíamos a Sabines
y a fuerza de desventuras
uníamos nuestros labios en consuelo?
¿Recuerdas cómo volaban mil grullas
de papel a nuestro alrededor
y suspiraban tristes
nuestros poemas de amor?
Creo que ellas ya presentían
que te marchabas,
que me marchitaba.
Recuerdo aquella tarta de frutas,
donde dijiste simultáneamente
un "lo siento"
y un "te quiero".
Recuerdo las aflicciones que
conpartíamos con el sofá,
y como se restregaba
en tu pierna
o en mi hombro.
Mis dedos aún palpitan
al ritmo de tu voz
y de tu música.
¡Olvidémos el pasado!
¡Aún podemos vivir
son las despedidas!
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