No hay quien corriendo nos alcance
cuando en un abrazo volamos.
No hay quien imagine
cuánto nos amamos
ni cuánto sabemos
uno del otro
para amarnos
en tal modo.
No hay rubio tintineo
que semeje
a tus melifluos ojos
ni dulce tañido que alcance
el timbre perfecto de tu voz.
No hay más luz
que la de tu rostro.
No hay más esperanza
que la de tu voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario