Lo ineluctable de lo urbano, de lo cotidiano, de lo ordinario y de lo insignificante
martes, 10 de noviembre de 2009
Por el museo
Aquellas florecillas ─tan bellas como para agradar la vista y tan burdas como para no ser arrancadas─ se erguían cabizbajas en rosado luto; olían la fatua esencia de la muerte de un sabio árbol, viejo y cansado a manos de una sierra.
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