La gente caminaba ─gris─ a través de un manto de polvo rojo parecido a aquel que levantaban las carretas en los pequeños pueblos en tiempos de la revolución.
24576836457 ─número de identificación que le había sido asignado cuando salió de su incubadora─ se escondía con temor ─temía pues había descubierto lo que era temer y aquello no gustaba a Los Pensadores─ bajo la sombra amable de un edificio en ruinas.
Desde que se había dado cuenta de que podía pensar sus propias ideas 24576836457 no tenía más que problemas. Los Utopizadores lo perseguían día y noche y sólo encontraba paz en sus propios pensamientos.
Hacía muchos días que lo habían capturado, pero aún seguía maravillado con la idea de poder imaginar y albergar otro pensamiento en su mente que el de caminar y martillar ─para eso había sido educado─.
Insistía en creerse libre y seguir huyendo de un destino evitable, aunque en realidad llevaba varias horas muerto.
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