Mientras los demás ─imberbes─ parloteaban estupideces, nosotros solamente caminábamos. Hacia ningún lugar y sin ningún proposito más que el de estar juntos.
─Engendros del mal─vociferaron una señora y sus esposo con la mirada.
Por otra parte una dulce intendente en San Ildefonso y una muchacha en el metro nos sonrieron con dulzura. Por esas personas vale la pena creer que el mundo puede ser un lugar mejor
2 comentarios:
Muy cierto la verdad :) Habrá que creer que hay gente que nos comprende :)
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