Todo gris. Sin música. Sin ruido. La gran entrada de un gran edificio. Algunos ríen, algunos van caminando con una cara habitual de aburrimiento. Veo dos jóvenes fumando sentados en una bardilla. De pronto veo una mujer. Elegante, de abrigo largo de tweed a rombos hasta los tobillos. Gris. Sombrero extraño; como pequeñito y abombado sobre los ojos. Bufanda púrpura cuidadosamente acomodada. Zapatos púrpura.
De pronto una a una comienzan a caer del cielo, como gotas de lluvia, caen las notas de un piano.
Quiero alcanzarla. Quiero coger su bufanda. Comienzo a caminar tras ella. Todo se acelera. Corre. Corro.
─¿Por qué─ pregunto desesperadamente.
No hace caso. Sólo corre.
Llega al frente exacto de una puerta automática, y al mismo tiempo que alcanzo su bufanda y su sombrero, la puerta se abre para dejarla pasar, y cuando estaba por entrar también, se cerró.
─¿Por qué el sombrero? ¿Porqué la bufanda? ─
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