¿Alguna vez has querido tener una esperanza?
¿Alguna vez te has sentido realmente solo?
¿No fue entonces que supiste lo que realmente era querer ser feliz?
Fue entonces que quise buscar dentro de mi, pero me asustó lo que quizás podría encontrar. Amortigüé mis preguntas con la almohada y me decidí a creer en las mentiras como si de verdades ineludibles se trataran. Alabé las palabras y quise resistir a pesar de los desengaños.
Nadie más podía llegar hasta ahí. De eso estaba totalmente seguro. Solo nos quedábamos tu y yo y tu imagen idealizada. Quizás fueras capaz. Quizás.
La gente diría ─Qué feliz ha de ser─ y yo respondería con una sonrisa.
Sabía ─sin embargo─ que un día amanecería solo y amordazado.
Aún ahora lamento que las cosas no hayan sido de otra manera. Que nuestras pretensiones no hubieran sido tan poco fantásticas, que hubiéramos podido huir de nosotros mismos como de nuestra realidad. Después de todo, algún día tenía que terminar.